Desde las elecciones presidenciales en EE.UU., las acciones estadounidenses han seguido una tendencia alcista impulsadas por un cierto optimismo, ya que las expectativas de recortes fiscales y desregulación han alimentado la esperanza de una aceleración del crecimiento de los beneficios empresariales. Por el contrario, los mercados europeos han estado sujetos a ciertas reservas debido a la debilidad de los indicadores macroeconómicos en la eurozona y China, así como al posible efecto negativo de las subidas arancelarias prometidas por Donald Trump sobre las importaciones en suelo estadounidense.
Aunque generalizado entre los inversores, este sentimiento negativo hacia la renta variable europea nos parece cuestionable. De hecho, vemos varias razones para esperar un repunte de los mercados europeos a lo largo de 2025.
En primer lugar, creemos que el impacto de una subida arancelaria sobre las importaciones europeas en EE.UU. debería ser limitado. En la mayoría de los sectores, los productos que venden las grandes empresas europeas en Estados Unidos se fabrican directamente en suelo estadounidense y no están sujetos a aduanas. Por ejemplo, en el sector de bienes de consumo básico, alrededor del 85% de los productos vendidos en Estados Unidos por las tres principales empresas europeas que cotizan en bolsa (Nestlé, Unilever y L'Oréal) se producen localmente allí[1]. Los perjuicios de unos aranceles más altos sólo serán significativos para un puñado de sectores (cuya producción se basa sobre todo en Europa), como los artículos de lujo y los automóviles. Sin embargo, las empresas de artículos de lujo tienen un gran poder de fijación de precios y deberían poder repercutir el aumento de los aranceles a sus clientes. El sector del automóvil debería verse afectado, pero su peso en los índices europeos es muy pequeño (menos del 2% de la capitalización bursátil del índice MSCI Europe[2]). Y no olvidemos que será una negociación, y que EEUU también tiene las de perder en una guerra comercial con Europa y China.
Otro motivo para el optimismo respecto a los mercados europeos radica en los beneficios que grandes empresas europeas pueden obtener de la aplicación del programa de Donald Trump, dada su importante exposición a EE.UU. (el 26% de los ingresos de las empresas que forman parte del STOXX 600 index[3]). Las empresas europeas se beneficiarán directamente de la anunciada reducción del tipo del impuesto de sociedades, de la esperada aceleración del crecimiento y del continuo fortalecimiento del dólar frente al euro.
Además, muchas empresas que cotizan en bolsa en Europa generan una mayor parte de los ingresos en China que en Estados Unidos, sobre todo en los sectores del acero, los bienes de consumo (artículos de lujo, automoción, cosmética y alimentación), los productos químicos y la industria. La posible aceleración del estímulo en China podría ser un importante catalizador para la renta variable europea, que actualmente no se refleja en los mercados. Además de las medidas iniciales ya anunciadas en favor de las autoridades locales y los préstamos inmobiliarios, se espera que las autoridades chinas desvelen otras en un futuro próximo, destinadas a impulsar el consumo y el crecimiento.
Una solución negociada de la guerra en Ucrania también tendría un impacto positivo en la renta variable europea, ya que provocaría un descenso de la prima de riesgo de la renta variable europea. Hay que recordar que el inicio del conflicto y la consiguiente crisis energética provocaron salidas masivas de capital de los mercados europeos en 2022 y 2023. En consecuencia, los inversores internacionales están hoy muy infra ponderados a la renta variable europea, pese a que creemos que ofrece la oportunidad de invertir en líderes mundiales a bajo coste.
Por último, la renta variable europea debería beneficiarse de un entorno de tipos de interés más favorable que el estadounidense. No cabe duda de que el Banco Central Europeo proseguirá su ciclo de recortes de tipos, dada la baja inflación de la zona euro y la necesidad de apoyar el lento crecimiento económico. Por el contrario, existen incertidumbres sobre el ritmo de los recortes de tipos de la Reserva Federal, debido a la resistencia de la economía estadounidense y al impacto inflacionista del programa de Donald Trump (recortes de impuestos, mayores aranceles y medidas antiinmigración).
Dadas estas dinámicas opuestas, podríamos asistir a una cierta descorrelación de los tipos a largo plazo en EEUU y Europa, como se ha visto en las primeras semanas tras la victoria de Donald Trump. Nuestros economistas creen que el diferencial entre los rendimientos a 10 años de Alemania y Estados Unidos podría alcanzar el 2,5% o más[4], como se vio durante el primer mandato presidencial de Donald Trump. Esta situación repercutiría positivamente en las valoraciones de la renta variable europea en términos relativos, y podría reducir la diferencia de valoración entre ambos lados del Atlántico, que se encuentra en un máximo histórico (a múltiplos de precio/beneficio de aproximadamente 22,7x para MSCI USA frente a 13,3x para MSCI Europe, según el consenso del mercado a 31 de diciembre, 2024[5]).
[1] Fuente :UBS, 12/11/2024.
[2] Fuente: MSCI, © MSCI Todos los derechos reservados, diciembre de 2024.
[3] Fuente: Les Echos, 17/01/2025
[4] Fuente: Candriam estima Candriam
[5] Fuente Refinitiv