Los inversores que no tienen en cuenta la biodiversidad en sus carteras intensifican el problema global, lo que a su vez reduce el potencial de crecimiento y aumenta el riesgo de sus propias inversiones. Estos dos sistemas conectados se retroalimentan en una espiral descendente.
Al empujar a otras especies a la extinción, la humanidad se dedica a serrar la rama sobre la que se posa
Paul Ehrlich
Al contrario que las emisiones de carbono, aún no contamos con las herramientas para cuantificar y monitorizar el problema de la biodiversidad. Los marcos de carbono son nuevos e imprecisos, pero el consenso es creciente. La complejidad de la biodiversidad dificulta su medición y su incorporación al proceso de inversión.
De momento, no deberíamos limitarnos a los datos publicados o a los enfoques de inversión que existen en la actualidad. Debemos tener la mente abierta. No todo lo relativo a la inversión puede cuantificarse... Pregúntese: «¿Cómo estoy incorporando la biodiversidad en mis decisiones de inversión?»